REDES




Vamos a darle vueltas a algunas cosas. Al menos yo lo hago, quizás con demasiada frecuencia. No recuerdo bien por qué, pero tal vez porque alguien me lo contó, y poco a poco se iban sumando mis amigos en Facebook. La verdad nunca ha sido una red social que me haya despertado especial interés, pero ahí estoy.

Volver a contactar con antiguos compañeros de colegio o amigos de la infancia,camaradas del ejército. Qué buena idea.

Con el tiempo se fueron agregando los amigos de mis amigos, y luego gente cada vez más extraña y lejana a mi… y a mi forma de ser o pensar, a mis intereses.

Y mi muro se iba llenando de contenidos que no me interesaban, pero que en cierto modo me provocaban. Fútbol, política, religión (los tres mejores argumentos de discusión) iban colgándose uno tras otro en la pantalla de mi ordenador. Y me sentía impulsado a opinar.

Pero yo no estaba en Facebook para eso, sino para recuperar amigos. Así que me iba abstrayendo de lo que no me gustaba e iba dando “me gusta” a lo que estaba de acuerdo (algo de política, algo de cultura, animales, preferencias profesionales…).

Y Facebook iba tomando nota de mi actividad, conformando así mi propio muro en base a preferencias. Y las de mis amigos, y ya también compañeros de profesión, gente de mi ciudad que no conocía y hasta gente de otros países. Y no lo olvides, Google también actúa y mueve tus datos según tus búsquedas y preferencias.

Y entonces me llegó el bajón, ¿qué narices hago aquí? ¿para qué me sirve esto? Pero enganchaba, y me iba dejando llevar.

Mientras tanto el resto de la gente iba ampliando su radio de acción a otras redes, como Twitter o Linkedin. Y claro, yo detrás.

Tardé en darme cuenta, lo reconozco, que cada red funciona de una manera, y que cada comunidad crece, si mantienes cierta actividad, de forma poco aleatoria pero ciertamente fuera de tu control.

Ese crecimiento en seguidores, publicaciones, búsquedas y actividad te van diseñando un mundo a medida. Los algoritmos aprenden pronto de ti, y llega un momento en que comienzan las sospechas.

¿Cómo es posible que haya tanta gente que piense como yo? Yo, que soy bastante raro, curioso, que suelo nadar contra corriente… pero no, el mundo no ha cambiado de repente. No a todos les ha dado por pensar igual que yo, pero me siento a gusto y seguro en mi propio mundo.

Nada me altera, mantengo alejadas a las personas que comentan contra mis principios, valores, gustos y preferencias.

Pero me comienzo a preguntar ¿Me estoy aislando? ¿Me estoy engañando o me están engañando? ¿Me manipulan los algoritmos, esa especie de inteligencia matemática, casi alienígena que no se ve pero actúa en mi nombre?

Vale, y entonces ¿qué hago?
Puedes hacer lo que quieras, porque cada uno busca su entretenimiento y su felicidad donde quiere, donde puede, donde cree más oportuno.

Pero si no nos abrimos, buscamos cosas nuevas, contactamos con pensamientos diferentes o divergentes a los nuestros, nuevas personas, nuevas reflexiones, entonces nunca creceremos (mentalmente). Pero eso no es fácil, ¿por qué deberíamos hacerlo? Al fin y al cabo ¿quién va a ver una película que no le gusta?

En eso se basa todo, en el placebo y la falsa felicidad que te hace el sentido de la realidad y elimina tu capacidad de tener una visión amplia y global de la realidad.

Mi mundo, mi verdad, mi zona de confort, mi propio universo en redes sociales, lo que me hace feliz. Pero no es el mundo de verdad, sólo una pequeña parte de él, es mi realidad subjetiva.

Bueno, basta con saberlo, pero no está de más reflexionar sobre ello, y al menos, decidas lo que decidas, que no lo hagan los algoritmos por ti.

Es dificil porque es más adictivo que la heroína y además hay gente muy especial a la que cuando no entras la echas muchísimo de menos porque se han hecho un hueco en tu corazón.


FUERZA Y HONOR
Un saludo de LOBO

No hay comentarios:

Publicar un comentario