Homenaje a nuestros mayores

En su añorada juventud los viejos se movieron con iguales inquietudes, ambiciones y espíritu aventurero; viajeros y mujeriegos, se desvelaban en los antros nocturnos y no le temían a nadie; peleaban en la calle a mano limpia y fumaban tabaco a escondidas de sus padres o de la policía los adictos a la marihuana: muy pocos sabían de éstos últimos porque no eran tan descarados como los actuales viciosos. Se enredaban en noviazgos guardando las distancias debidas a menos que los arrebatos pasionales los empujaran por otras vías y aún así llegaban al matrimonio. Eran reverentes con las damas y los adultos, de ningún modo insolentes como sucede en estos tiempos con una juventud que trastoca los valores del pasado. Éso fueron y mucho más los ancianos que ahora sólo sueñan y lloran. La sociedad es ingrata con ellos; los menosprecia y los regaña y son los jóvenes mal educados y los adultos irrespetuosos los que se ensañan, olvidando que ellos también llegarán a la senectud irremediable. Los lastiman con insultos, especialmente cuando se cruzan en su camino e incurren en faltas que por su avanzada edad son inevitables. No perdonan al infractor involuntario y lo humillan con gritos y descortesías en un arranque de soberbia y superioridad de fuerzas. Se ceban con los mayores que no son de su círculo familiar como si no tuvieran abuelos o abuelas o que su madre todavía es joven; se crecen ofensivos con los que se cruzan en su camino .












FUERZA Y HONOR
Un saludo de LOBO

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