Esta es una nota dedicada a Beatriz,que me miraba con esos ojos de los que me enamoré cada mañana cuando me levantaba, cada tarde y cada noche. Me tenía loco como el primer día, como el momento cero en el que todo empezó. Porque se puede decir que nuestra relación comenzó como el universo, con un Big Bang. Mis ideas se alineaban, mis ojos se centraban, mis sentidos se agudizaban y todo se centraba en ella.
Porque estaba apareciendo para mi rango de visión y todo lo demás estaba nublado. Me enamoré desde el principio y todos los días un poco más y eso es algo mágico. Era ese sueño que siempre he buscado y que me costó tanto imaginar que pudiera ser real. Ella era todo y eso me hacía más que feliz, me hacía capaz de soñar despierto. Gracias, gracias por nunca dejar de creer en mí y dar todo en aquella relación que a veces, no nos engañemos a nosotros mismos, parecía perdida.
Decidimos ignorar a las personas que sólo querían hacer el mal, decían aquello de que qué hacías con un legionario,que eramos mala gente y que querían obstaculizarnos y eso es muy bueno, porque hacía que nuestra relación saliera fortalecida de esos malos momentos. Anoto, no había malos momentos tampoco, sólo unos días de baja o de no estar tan contentos como normalmente estabamos juntos el uno con el otro.
Porque era la mujer perfecta y nadie me conocía tanto como ella. Conocía sus virtudes y ella conocía las mías, conocía mis vicios, mis debilidades, mis sabores, mis ideas, mis sueños, mis valores... Lo sabía todo sobre mi y yo conocía absolutamente todo de ella, y estas palabras me llegan en un día como hoy porque sí, porque me desperté pensando en ella. Los detalles románticos no son mi especialidad,ella lo sabía perfectamente pero espero que la guste esté donde esté, aunque la guste solo un poco. Gracias por haberme amado tanto y por haberme hecho tan grande, te amo por toda la eternidad.
A Beatriz la perdí hace ya muchos años en un maldito accidente de tráfico junto a su padre en la carretera de Valencia.
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